Encerrado

Asiento con la cabeza y levanto la mano hacia arriba, el guardia con capucha, hace rodar más la palanca y te estiras más y más.
Voy hacia una estanteria y cojo varias especie de pinzas, para clavartelas en distintas partes del cuerpo: pecho, barriga, piernas, brazos.. y todas estan entre sí comunicados por un hilo, y mojadas con aceite. El guardia mantiene una antorcha al principio de esta cuerda esperando mi señal.

Sonrío y doy la señal al tipo con capucha para que acerca la antorcha al hilo. El guardia enciende el hilo, y el fuego empieza correr hasta llegar a tus partes afectadas, haciendo dejar quemadas más profundas y más dolorosas.

- Creo que ya está bien por hoy, ¿O quieres más?

Esquivo al último momento, y la piedra choca contra la pared del fondo de la sala de castigos. Un guardia te echa gua por encima, apagando el fuego que había en los hilos. Dos guardias más te liberan, y te llevan de vuelta a tu suite, la más pequeñas de todas, en las mazmorras del castillo, yo siguiendote a una distancia prudente.

Me dirijo hacia tu celda, mirandote con desprecio de arriba a abajo y me siento en el único banco que hay en las mazmorras, mirandote fijamente.
Seguidamente, levanto la mano y viene un guardia que te llene el plato de comida y el otro de agua, pero en cantidad es miserables.
- ¿Mejor? - Digo con una sonrisa irónica.

- ¿Más? ¿Más? Pero si esto es lo que estás acostumbrado a comer.. Si te mueves como una serpiente, puede que te de más. - Dije con una leve sonrisa en la cara.

Te miro con desprecio bajando la mirada hasta el suelo y levanté la mano en señal de que le llenaran el vaso de comida, de la mala sí, pero hasta arriba. Pero el agua, restaba igual.

- ¿Mejor?

Bufé profundamente, y me volvi a sentar en el mismo banco de antes, le vi comer afamado, muy deprisa, dado a que me había dicho que estaba hambriento y que no podía más.

Cruzé las piernas y le miré.
- De nada - Dije mirando a otro sitio.

Te miro con la misma mirada, pero esta vez de arriba a abajo.

- No por hoy no..