Encerrado

Oyes una voz grave que proviene de las escaleras que bajan a las mazmorras.
- Callate chaval, o te tendré que azotar más veces y darte a los leones.

Seguidamente oyes que esa voz se va subiendo las escaleras, y baja otra persona, oyes tacones resoanndo contra las escaleras.

- ¿Vas bien allí dentro, niñato? - Digo mientras bajo las esclaeras y me dirijo a tu celda, la cual es la más pequeña de todas.

Con un movimiento rápido cojo el plato con la mano derecha y lo lanzo al suelo con un poco de rabia acumulada.

- Me alegro. Ah! Debes saber que de aqui poco te irán a azotar a donde sabes tú.. Esta vez no será tan suave como los otras.- Digo con una sonrisa picara, de oreja a oreja.

- Algún día, algún día. Ese día será cuando me muera por la edad, no asesinada por tí. - Digo riendo debilmente, agarrandome a la pared de las mazmorras mirandote fijamente a los ojos.

- No que quedas muy mono allí dentro. Eres uno de mis prisioneros favoritos.. - Digo mordiendome el labio inferior y sentandome en el unico banco que hay en las mazmorras, hechod e una madera antigua y ya sin el color de la madera.

- No es eso.. Porque eres el unico que ha intentandol matarme varias veces.. Los otros lo han intentado y allí estan.. - Digo señalando los cadaveres en tu misma celda, y en otras del lado.

- Además, tu eres al que más aman los guardias.. O sea que te los dejo a ti.. Falta poco para la tortura... - Digo con un tono desafiante y duro a la vez.

- Anda, no te hagas el tonto.. Vi como degollabas a los guardias de la entrada, pero para tu información, no me importan, son hijos de ganaderos y campesinos. - Digo con una sonrisa en la boca.

- Y estos de aquí dentro, te serán más dificiles..

- Claro.. Así se lleva un reino ¿no? - Digo con una sonrisa maligna en la cara, enretirandome el pelo hacia atrás y mirandote fijamente a los ojos.

- Yo no diria desagradable.. Diria organizada, lista, manipuladora, etc.. Pero desagradable no... - Digo con la misma sonrisa que antes, cruzando las piernas y apartando la vista hacia les escaleras donde bajan tres guardias y se dirijen hacia tu celda.

Los guardias entran en tu celda y se ponen delante tuyo, haciendo un circulo perfecto sin salida alguna. Uno te da un golpe en la cabeza dejandote tendido en el suelo, los otros dos te cojen y te llevan en brazos hacia la sala de castigos, situada a pocos metros de allí.
- Cuidadlo.. Es mi mejor prisionero hasta el momento.

- Guardia: Sí, señora.

Te despiertas en una sala oscura, solo con una ventana minuscula en la derecha de esa misma sala, alrededor ves objetos de tortura.
Tu estás tumbado en un tipo de cruz, con las manos y las piernas atados por esposas de hierro ardiente.

Salgo de entre las sombras y me coloco delante tuyo con los brazos cruzados.
- ¿El señorito esta cómodo en su nueva suite? - Digo con una sonrisa ironica y enretirandome el pelo hacia detrás de las orejas para verte sufrir mejor.

Acto seguido los guardias te apretan más las esposas, y te ponen mirando hacia arriba, hacia el techo, mientras te van pasando hierro ardiente en forma de DM por tu cuerpo, dejandote marcas y quemadas.

Te sonrío de la misma forma, y me voy detrás tuyo y pongo mi cara encima de la tuya, a unos cuantos cm de distancia. Hago un gesto con la mano y un guardia con capucha negra, hace rodar una especie de palanca y te vas estirando por las manos y por los pies, encima del hierro ardiente.

- ¿Mejor ahora? - Digo mientras te abren la boca y te hacen lamer una roca ardiente, de un color rojo fuego.