Pequeño asalto

Voy caminando por los largos caminos de piedra del castillo hasta llegar a la entrada de éste. Miro a los guardias tendidos en el suelo y subo la mirada, fijando mi vista en tí.
- ¿Otra vez aquí? - Digo con una cara de asco, retirandome el pelo hacia atrás.

Lo esquivo con suma facilidad, dejandote caer en el duro suelo del castillo. Dirijo mi mirada hacia tí, en el suelo, y me tapo la boca fingiendo estar aburrida.

- ¿Eso es todo lo que has practicado?

Esquivo facilmente dando un salto atrás, y acto seguido me toco el corte del cuello. Me lo tapo con el pañuelo de seda de color blanco.
- ¿Matarme, a mi? Vamos no me hagas reír. - Corro rápido, colocandome detrás tuyo y dandote dobles patadas en la espalda, para irme a parar a unos cuantos metros detrás tuyos.

Me giro hacia la derecha en el último instante, rozandome el cuchillo contra la ropa. Caigo en la hierba de los lados del camino, encima de unas rosas blancas preciosas.
Me levanto, cojo el cuchillo del suelo y te lo lanzo a tu corazón, seguido de otro cuchillo mío hacia las piernas.

Te miro fijamente y te veo caer, dandote con el mango en la cabeza, dejandote casi inconsciente.

- Vaya, vaya, te hace falta mucho más práctica para lelgar a ser como yo, niño insolente.. - Digo mientras voy hacia tí, pateandote la cabeza varias veces y dandote el último golpe con el mango, dejandote completamente insconciente.

Te miro y chasqueo los dedos cuando veo dos guardias rondando por los jardines del castillo. Seguidamente vienen, se ponen en guardia y me saludan con la mano en la cabeza, a lo militar.
- Llevaos a este insolente a las mazmorras, y aseguraros que no salga de ahí en toda su miserable vida. Ah! Y dadle unos cuantos azotes. - Digo satisfecha de mi trabajo, enseñando una de mis mejores sonrisas.

- Guardia: Sí, señora!

Te llevan a rastras por el suelo y te dejan en una celda minuscula, con un montón de paja por cama, y un recipiente con poca agua para beber.